CUANDO LA POLÍTICA SE TIÑE DE LUTO: ENTRE GALÁN, URIBE TURBAY Y LOS LÍDERES OLVIDADOS

Docente: Sandra Forero

En Colombia, la política debería ser un espacio de ideas, debates y construcción de futuro. Sin embargo, con demasiada frecuencia ha terminado teñida de luto. El asesinato de Miguel Uribe Turbay no solo nos golpea con la fuerza de la tragedia inmediata, sino que reabre viejas heridas: las de un país que todavía no logra proteger a quienes deciden servir desde lo público.

Galán: el sueño asesinado en 1989

Agosto es un mes trágico para Colombia. El 18 de ese mes, Luis Carlos Galán Sarmiento fue asesinado. Era la esperanza de una generación que quería un país distinto, libre del narcotráfico y de la corrupción. Su asesinato en Soacha en 1989 fue un magnicidio que cambió la historia.

Galán encarnaba la valentía y la posibilidad de que la política fuera limpia y transformadora. Su muerte dejó a Colombia con una deuda histórica: demostrar que la democracia podía sobrevivir al terror.

Uribe Turbay: la nueva generación truncada

Décadas después, Miguel Uribe Turbay representaba otra promesa. También en agosto, falleció tras una lucha de dos meses por su vida en la Fundación Santafé. Era un joven con vocación de servicio y heredero de una tradición política marcada también por la violencia —recordemos que su madre, Diana Turbay, murió secuestrada en 1991—.

Miguel buscaba renovar el lenguaje político y tender puentes en medio de la polarización. Su asesinato, en pleno siglo XXI, nos confronta con una realidad incómoda: el país sigue siendo incapaz de garantizar que un líder pueda hacer política sin poner en riesgo su vida.

Los líderes invisibles de las regiones

La tragedia no se limita a los nombres conocidos. En las regiones, decenas de candidatos, alcaldes y concejales han caído víctimas de la violencia política. En muchos casos, sus muertes han quedado en la penumbra de la indiferencia y la impunidad.

En municipios apartados, ser candidato no es solo una aspiración, es un acto de valentía que puede costar la vida. Allí, donde el Estado es débil y las estructuras armadas imponen su ley, la política se convierte en un riesgo mortal. Son historias que rara vez ocupan los titulares, pero que reflejan la misma tragedia: la democracia golpeada y la voz ciudadana silenciada.

Un mismo mensaje: callar la democracia

La muerte de Galán en 1989, la de Miguel Uribe Turbay en 2025 y las de tantos líderes locales tienen un punto en común: la violencia se usa como arma para callar la democracia.

  • A Galán lo mataron por enfrentarse al narcotráfico y al clientelismo.
  • A Uribe Turbay por representar la renovación generacional en la política.
  • A los líderes comunitarios, por atreverse a disputar el poder local en territorios dominados por ilegales.

En todos los casos, la señal es la misma: el poder criminal busca decidir quién puede hablar y quién debe ser silenciado.

La deuda pendiente del Estado

Cada asesinato político que queda sin respuesta alimenta la impunidad y el miedo. La democracia no se mide solo por elecciones realizadas, sino por la capacidad de garantizar que cualquiera pueda participar sin arriesgar su vida.

En ese terreno, Colombia sigue en deuda: no hay garantías plenas, y la violencia se mantiene como un actor ilegítimo pero determinante en lo público.

La memoria de Luis Carlos Galán, la de Miguel Uribe Turbay y la de cientos de líderes locales debe servirnos de brújula. No podemos resignarnos a que la política sea una sentencia de muerte.

El país necesita un pacto colectivo: blindar la democracia, erradicar la violencia del lenguaje político y construir un futuro donde hacer política no sea un acto de heroísmo, sino un derecho protegido.

La violencia contra los líderes políticos en Colombia —desde Galán en 1989 hasta Miguel Uribe Turbay en 2025 y los líderes locales en el presente— refleja una herida abierta en la democracia.

El Estado sigue en deuda con la ciudadanía al no garantizar condiciones de seguridad para ejercer la política. Urge un pacto nacional que blinde la participación democrática, rechace la violencia como herramienta de poder y reivindique la memoria de quienes han sido silenciados.

Solo así podremos avanzar hacia un país donde hacer política no sea un acto de heroísmo, sino un derecho protegido para todos.

Nunca más urnas manchadas de sangre. Nunca más líderes silenciados. Nunca más una democracia enlutada.

2026 será un año difícil para Colombia, lleno de disputas electorales, polarización y enfrentamientos entre partidos, pero lo único que se pide es que todo sea en el marco del respeto a las ideas y con cero violencia. Nadie más puede perder la vida por la política colombiana.

 

Glosario

  • Magnicidio: Asesinato de una persona de gran relevancia política o social, generalmente con la intención de afectar el rumbo de un país.
  • Impunidad: Situación en la que un delito queda sin castigo ni sanción, lo que incentiva la repetición de hechos similares.
  • Clientelismo: Práctica política en la que se intercambian favores, recursos o cargos a cambio de apoyo electoral.
  • Polarización: División extrema de la sociedad en bandos opuestos, que dificulta el diálogo y la construcción de consensos.
  • Territorios dominados por ilegales: Zonas donde grupos armados o criminales ejercen control paralelo al del Estado, limitando derechos ciudadanos.